Por Eduardo Camacho Rivera

Trasfondos

Algo ocurrió que se rompió el evidente pacto político entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y su antecesor Enrique Peña Nieto, quien -contrario a Vicente Fox y Felipe Calderón- no era (de hecho no lo es aún) objeto de los frecuentes vituperios y descalificaciones por parte del actual mandatario nacional morenista.

Muy por el contrario, AMLO llegó a expresar que “le tengo respeto al ex presidente Peña Nieto”, y lo ha defendido al grado de ubicarlo como una víctima a la que le mintieron y engañaron varios de sus cercanos colaboradores, durante la administración peñista.

¿Alguna imprudencia, desacato al acuerdo de no agresión o ex abrupto cometió Peña Nieto para tener ahora encima a la maquinaria gubernamental federal? ¿Reveló algo por demás delicado en contra del propio Enrique Peña su ex director de Pemex, ahora preso, Emilio Lozoya?

¿Qué pudo haber ocurrido para hacer insostenible la tranquilidad de la que gozaba el ex presidente Peña Nieto? ¿O se trata de una afán personal del titular de la FGR, Pablo Gómez, para perjudicar al ex presidente EPN?

Las investigaciones en su contra ya están en marcha, por presuntamente beneficiarse ilícitamente con 26 millones de pesos.

Pero falta la sentencia suprema, la que está por encima de toda institución y personas: La postura que el presidente AMLO emitirá, seguramente en estos días, durante su conferencia matutina. Ahí conoceremos la suerte que le espera a Peña Nieto.

Hoy jueves, el presidente López Obrador, solo dijo en la “mañanera” que se hacen las investigaciones pertinentes, que no se persigue a nadie y que no se fabricará ningún delito, algo que seguramente tranquilizó bastante al ex presidente Peña Nieto.

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