Por Eduardo Camacho
Columna Trasfondos
Tulum es hoy por hoy el municipio más caótico de Quintana Roo en términos de gobernabilidad, para infortunio de los habitantes y empresarios de esa singular demarcación municipal.
Es muy evidente: Fue un error garrafal encomendar la presidencia municipal a Diego Castañon, quien fungía como tesorero hasta la inesperada muerte del recordado y querido Marciano Dzul Caamal, fatalidad que le permitió a Castañón asumir la presidencia municipal el pasado 8 de marzo.
Son ya 8 meses de descomposición política, de ausencia de liderazgo y orden. Lo peor: han imperado la represalias, la rudeza y el juego sucio durante la desatinada gestión (o, mejor dicho, indigestión) de Diego Castañón y sus secuaces, entre ellos Eugenio Barbachano Loza, coordinador del gabinete municipal, quien cuál cavernícola calificó en sus redes sociales a quienes cuestionan a su jefe como “pendejos y conocidos corruptos/incompetentes”. De ese bajísimo y deplorable nivel son los “colaboradores” estelares del munícipe tulumnense.
Y todo porque personajes muy conocidos como Jorge Portilla Mánica, secretario general del propio Ayuntamiento de Tulum; el ex edil Víctor Mas Tah; la también expresidenta municipal Romalda Dzul Caamal y la maltratada viuda de Marciano y presidenta del DIF municipal, Iliana Canul, han criticado el mal trabajo de Castañón.
Ahora son blanco de la ira y represalias de Castañón y su pandilla. Para intentar apaciguar el fuego, la gobernadora Mara Lezama tuvo que acudir ayer jueves a Tulum, como para darle a Diego Castañón la autoridad que se le escurre como agua entre los dedos, y para transmitir el mensaje de que desactivará el conflicto.
Era de esperarse. Pero sobre todo era innecesario llegar a un escenario como este en un Tulum que, por sus privilegiadas características, marcha prósperamente por sí solo y sin estos lamentables y nada favorables desencuentros políticos.
Muy lamentable para los tulumnenses y para todo Quintana Roo, esta guerra provocada por Castañón, considerado por los políticos y líderes locales, y por gran parte de la comunidad de Tulum, como un advenedizo que tuvo la enorme fortuna de asumir la presidencia municipal, sin el arraigo y la habilidad política para liderar una empresa de esta magnitud.