Por Eduardo Camacho Rivera
Columna Trasfondos
La contienda interna de Morena no parece tener los efectos positivos esperados por sus protagonistas y por los artífices de la estrategia. Cuando menos así parece ser para la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Scheinbaum, aparentemente la favorita de ya saben quién y la cual ha encontrado un escenario, circunstancias y eventualidades adversos para su causa y popularidad.
Discusiones y diálogos que confirman su explosividad y mecha corta; el constante reclamo de que opera con privilegios y con el apoyo de la “cargada” de gobernadoras y gobernadores morenistas; desencuentros con la prensa y de toda índole que la dejan mal parada, con una imagen autoritaria y soberbia.
Pero lo más negativo, para su causa, parece haber sido la maniobra presidencial para desactivar a la panista Xóchitl Gálvez, en un movimiento de ajedrez que resultó contraproducente. Supongo que el “destape” que el presidente AMLO hizo de Xóchitl como la inminente candidata de la alianza PAN-PRD-PRI, arropada por la cúpula empresarial “derechista”, era para exhibirla y “quemarla”. Había que dejarla fuera de la carrera presidencial. Pero no fue así.
Xóchitl Gálvez reaccionó inteligentemente; canalizó a su favor las cotidianas alusiones presidenciales hacia ella. Ahora goza de mayor presencia y popularidad, y es percibida como la aspirante ideal por la oposición para la contienda presidencial.
Eso es lo fascinante de la política mexicana: discurre por caminos insospechados, para arribar a destinos y entornos inesperados.
Por eso a Claudia Scheinbaum se le ve retraída, nerviosa, descompuesta y, exagerando tal vez, hasta enferma.
Pero la disputa por el poder es muy impredecible, y la controvertida ex mandataria de la Ciudad de México tiene tiempo para recuperar su figura pública, su manejo proselitista, su “punch” político y su popularidad.
La serie de circunstancias y hechos de las últimas semanas, tienen –desde mi perspectiva- a un gran ganador en Morena: Marcelo Ebrard, quien se conduce con su típica prudencia, y pisa el suelo minado con gran cuidado. Marcelo no se despeina ni cuando externa sus inconformidades.
Xóchitl Gálvez es, por supuesto, otra ganadora de este primer round que aún no concluye.
Ya veremos, entonces, que nuevos entramados e ingredientes hacen presencia en esta lucha de poder, la madre de todas las batallas políticas de nuestro aguantador México. Pero por ahora el presidente AMLO, y sobre todo Scheinbaum, no deben estar precisamente radiantes.
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