Por Eduardo Camacho Rivera
Columna Trasfondos
Así es la política, o la democracia dirían los más optimistas o los demagogos: Hoy te dicen una cosa y mañana, con las manos en la cintura, todo lo contrario. La incongruencia raya en el más escandaloso cinismo, pero se ha convertido en algo “normal” y cotidiano entre quienes detentan el poder público en nuestro país.
Caso concreto e inmediato de lo anterior, es lo acontecido con el ya controvertido director general del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, Rafael Marín Mollinedo, quien hace apenas unas semanas aseguraba que no aspiraba ni buscaba la candidatura de Morena para contender por la gubernatura de Quintana Roo.
Y en efecto, no se inscribió como aspirante a esa postulación, pero horas después ante empresarios de Cancún reveló que no lo hizo porque el presidente Andrés Manuel López Obrador no le dio “permiso”. Pero admitió que “todo puede ser”, que una cláusula de su partido le podría permitir ser designado directamente como el candidato morenista a la silla estatal de Quintana Roo.
Con ello, deslegitimó el proceso interno de Morena porque de esa forma las y los 14 aspirantes que se registraron en Quintana Roo, se podrían quedar con un palmo de narices, en una probable simulación que desde luego dejaría muy mal parado a ese partido en el que, como todos los demás, la democracia no ha sido lo suyo.
Contradicciones como esta, ahondan la desconfianza del ciudadano común y corriente hacia la gente del poder político, más en los actuales tiempos en los que la llamada 4T condena con delirio la corrupción y a los gobiernos del pasado, pero protege y tiene entre sus filas a personajes con un pasado monstruoso.
Aclaremos: no es ese precisamente el caso de Marín Mollinedo, pero este señor, cercanísimo a AMLO, sí que se vio mal al cambiar radicalmente su postura en cuanto a sus aspiraciones por Quintana Roo.
No obstante, y en lo que parece ser el punto final en cuanto a las pretensiones de Rafael Marín Mollinedo, en su conferencia mañanera de este miérc0les pasado en la ciudad de Cancún, AMLO fue directo: Dijo que Marín Mollinedo no participará en el proceso interno de Moreno en pos de la gubernatura quintanarroense, pues se le necesita en el proyecto del Corredor del Istmo de Tehuantepec.
López Obrador expreso que Rafael Marín es su amigo, que lo respeta y que lo quiere mucho, pero que se queda a trabajar con él, “nos hace mucha falta” y, por lo tanto, no va a la contienda por la gubernatura de Quintana Roo.
¿Le creemos? ¿Realmente “desactivó” AMLO las ya abiertas aspiraciones de Rafael Marín Mollinedo hacia la gubernatura de Quintana Roo?
Quizás, muy al estilo de los imperiales presidentes mexicanos, sólo disfruta la sucesión, se divierte alentando o atajando las posibilidades de quienes quieren ser. Se divierte con el poder, le complace tal vez atizar, apagar y volver a revivir aspiraciones. Es el ejercicio del poder.
En consecuencia, como bien lo dijo el propio Marín Mollinedo: “Todo puede ser”. Así es nuestra folclórica y surrealista política mexicana.