Por Eduardo Camacho Rivera
Trasfondos
La situación no se compone en Tulum, municipio presidido por Diego Castañón Trejo, quien por lo visto hasta ahora no tiene el talante político para liderar un destino de ese calibre.
De por sí entrar al relevo de una figura del tamaño y habilidad de Marciano Dzul Caamal, fue una empresa por demás complicada. Pero los errores de Castañón Trejo lo tienen muy mal posicionado, y el precio lo pagan los ciudadanos e inversionistas que ven el cotidiano deterioro de su municipio; no sé diga la agobiante inseguridad pública que avanza voraz por toda la geografía tulumnense.
Se dice que el joven edil está más preocupado y ocupado en sus intereses personales que en gobernar. Le pesa mucho la figura y los apellidos Dzul Caamal, por lo que está obsesionado en borrar -ilusamente- toda huella y legado del desaparecido Marciano y su familia, y por ello ha asumido una postura agresiva y políticamente torpe, como la de marginar y maltratar a la esposa del fallecido edil, Ileana Canul de Dzul, presidenta honoraria del DIF municipal.
Es lo más normal y hasta correcto defender los espacios de poder. Pero en las formas está la diferencia. Otro gallo le cantaría si hiciera equipo y negociaciones para fortalecerse; si estuviera atento y aplicado a los problemas urgentes y de mediano plazo. Pero prefirió ser rudo, irse por la fácil.
Su visión es tan limitada y miope, que intentó sobornar al exgobernador Mario Villanueva Madrid, para que éste lo deje de cuestionar y evidenciar en sus emisiones periodísticas.
No contacta además en lo social. Se le ve como un turista en el poder. Y con esa pobre capacidad para interpretar su entorno político, sus posibilidades de reelegirse se diluyen con rapidez.
Y en la política, el tiempo literalmente es oro.
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