Por Eduardo Camacho Rivera
Perspectiva Política
Tulum se hunde en la violencia, mientras que su actual presidente municipal, Diego Castañón Trejo, parece más ocupado en disfrutar la dolce vita que en gobernar esa importante pero cada vez más crítica demarcación municipal de Quintana Roo.
Urge un cambio, un trabajo riguroso y a fondo, para empezar a devolver a Tulum el esplendor con el que surgió como el noveno municipio de la entidad hace ya 25 años. Se convirtió, ya lo era de hecho, en el nuevo destino predilecto para las inversiones y negocios, para el turismo y el empleo.
Hoy la trágica sombra del crimen organizado cobra cotidianamente su cuota de sangre. Los hechos delictivos, la delincuencia, se ha incrementado durante la aún breve y cuestionada gestión de Castañón Trejo, quien tras la inesperada muerte de Marciano Dzul Caamal, líder histórico de la región, asumió el mando municipal impulsado por su padrino el “Niño Verde”.
Pero eso no es lo más grave, sino los malos resultados de su “administración”. En redes sociales y en la realidad diaria se le cuestiona por su falta de compromiso, por su soberbia y por querer aparentar una “cercanía” y “preocupación” por la gente, con fotos y videos (de preferencia con familias mayas) que han rayado en el ridículo.
Pero quiere reelegirse. Le encontró el gusto al poder, a los enormes privilegios y a la adulación de la infaltable corte de súbditos, quienes le han hecho creer que ha gobernado a la perfección, que es un gran líder, cuando es evidente que no ha estado a la altura del desempeño solicitado por la gobernadora Mara Lezama.
Por eso hay preocupación en el Palacio de Gobierno de la capital del estado. El “Gallo” que relevó al bienquerido Marciano Dzul no funcionó, no dio la pelea. Su permanencia al frente del gobierno de Tulum ha encendido los focos rojos. El incremento de la violencia, la inconformidad social y de los empresarios, crece con el paso de los días.
Su reelección parece más que difícil. Y de ello y más seguiremos dando cuenta en esta columna.
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