“La última palabra”

Por: Jorge A. Martínez Lugo

Mientras los reflectores alumbran con toda intensidad el tema de la sucesión gubernamental, la autonomía de la Universidad de Quintana Roo camina de manera sigilosa pero firme, se comenta en los pasillos universitarios y redes sociales de la comunidad administrativa, académica y estudiantil.

Se convertirá, quizá, en la acción política más importante de la actual administración, tan carente de obras que trasciendan el paso de la historia.

Intra muros del palacio legislativo cercanos a Jugocopo, circula la especie de que la iniciativa del gobernador para decretar la autonomía universitaria, ya fue ingresada a oficialía de partes, porque el plan es que antes de que finalice este año, tengamos Universidad Autónoma de Quintana Roo.

El balón se desliza ya por la cancha del diputado Eduardo Martínez Arcila, para que corone con éxito el trabajo de bordado fino que realizó el rector Francisco López Mena, para concretar el proyecto de iniciativa.

Una decena de foros y reuniones con la comunidad universitaria, le dan legitimidad al proyecto, aunque también suenan algunas disonancias, que podrían ubicarse en torno a la propuesta que presentó un grupo de académicos hace algunos años, aunque en su momento, prefirieron dar prioridad a la creación de la organización sindical y postergar la lucha por la autonomía, que ahora se abandera desde el ámbito oficial.

La aprobación legislativa no debe enfrentar grandes tropiezos, ya que la autonomía universitaria es una vieja aspiración de la universidad y la sociedad.

¿LETRAS CHIQUITAS?

Aunque el tema tiene un amplio consenso -¿quién estaría en contra?- las diputadas y diputados tendrán que analizar si la iniciativa contiene “letras chiquitas”.

Esta decisión histórica, naturalmente, tendrá impacto al interior de la vida universitaria: tanto la autonomía, como la creación del sindicato.

La sociedad espera que el nuevo estatus de la máxima casa de estudios no se desnaturalice, por presuntos candados a la nueva institucionalidad autonómica, como la integración de sus renovados cuerpos de representatividad interna y de gobierno.

Es momento pertinente, de sanear a la universidad de vicios acumulados, por su manejo como una dependencia más del ejecutivo, lo cual llevó a su nómina administrativa más allá de los límites, a costa del sacrificio del personal académico.

La nueva universidad autónoma, deberá tener un sano espacio de incubación y maduración, en libertad.

La autonomía ha llegado tarde, pero es bienvenida. Qué bueno que un gobierno y un rector panistas, hayan tomado por fin la decisión de dar este paso histórico, aunque sea por razones políticas: un salvavidas para el gobierno del cambio. Estimado lector, usted tiene la última palabra. Chetumal, 141121.

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